Decía Otto Von Bismarck, «España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido.» Y a tenor de nuestro comportamiento, podría también decirse que somos el más rico, Bankia y sus fieles nos han robado 22.424 millones en ayudas públicas y tal cual van las cosas no volverá el dinero, ni se condenará a los culpables ni se exigirá nada. Como en Fuenteovejuna habrán sido nadie y todos a una.

Y es que todo es un despropósito, como el que en el banquillo de los acusados no estén ni la CNMV ni el Banco de España, responsables de controlar la situación y autorizar o no la salida de Bankia a Bolsa. Porque esto es lo que juzga la Audiencia Nacional, que tiene que determinar si Rodrigo Rato y otros tres exadministradores de la entidad dieron información falsa a los inversores, como opina la Fiscalía Anticorrupción. Sin embargo, por parte de las acusaciones populares, se señala a 34 personas como culpables de estas actividades irregulares, entre ellas Bankia, Deloitte y BFA.

Todo comenzó unos años atrás y como no podía ser menos en Madrid, con Esperanza Aguirre metida a conspiradora.  En enero de 2008, con Blesa como presidente, la entidad presentó los mejores resultados de su historia, con unas ganancias en 2007 de 2,861 millones de euros; es decir, un 117% más que el año precedente. Era la “joya de la corona” del PP madrileño. La causa principal de este beneficio era la venta del paquete accionarial, un 10%, que la entidad tenía de Endesa.

Pocos días antes de que finalice el año, Aguirre comienza su lucha por el control de la caja madrileña al frente de la que quiere poner a su príncipe, Ignacio González; una de esas ranas que luego crecerían en la charca de su jardín.  Y para conseguirlo utiliza su mayoría en la Asamblea de Madrid y modifica la Ley de Cajas. “El tapado” González aparece en julio de 2009, cuando ya se han cambiado los estatutos de Caja Madrid. Continúa así, el despropósito político que luego pagaremos entre todos.

Comienza una lucha fratricida entre el PP madrileño y la estructura nacional del partido, con Mariano Rajoy a la cabeza, que no quiere ni oír hablar de Ignacio González y tiene su propio candidato.  Las puñaladas se suceden  y la discusión llega al estamento judicial.  Hicieron falta tres reformas de la Ley de Cajas de la Comunidad de Madrid, un recurso de inconstitucionalidad del Gobierno central, y un dictamen del Consejo de Estado para que Aguirre se diera por vencida y aceptara la propuesta de Rajoy. Pocos días antes el propio Miguel Blesa denunció en los medios la injerencia política –jajaja, a él le puso en el puesto la estructura financiera- en el nombramiento de su sucesor.

Finalmente la lista encabezada por el exvicepresidente de Economía del Gobierno de Aznar y  expresidente del FMI,  Rodrigo Rato, logra el 93% de los apoyos de la asamblea general y el respaldo unánime del consejo de administración de Caja Madrid, convenientemente engrasado con las black y otras prebendas. Tras trece años al frente de la entidad releva a Miguel Blesa, compi de pupitre de Aznar.

Es un mal momento en Caja Madrid,  en 2009 la entidad gana 266 millones, un 68,5% menos que en el ejercicio anterior, cuando el beneficio resultante fue de 840,4 millones. Se incrementa la morosidad, alcanzando el 5,4% frente al 4,9% del año anterior. Hacía 14 años que Caja Madrid no obtenía unos resultados tan pobres.

Y a partir de ese momento comienza el desastre que nos llevará a la mayor pérdida  financiera, sin culpables –lo veremos- que hemos tenido como país.

En junio de 2010 Caja Madrid y Bancaja anuncian que han sellado un acuerdo para formar la mayor caja de ahorros de España, para integrarse en un Sistema Institucional de Protección (SIP). Lo que no se dice en público es que sus resultados están penalizados por créditos dudosos y que tienen una exposición al ladrillo inasumible. Pero Rato y sus fieles continúan un camino que nos llevará a todos a la catástrofe. Unos meses después, el 3 de marzo de 2011, Caja Madrid y Bancaja lanzan Bankia, registrada como BFA, Banco Financiero y de Ahorros, constituida en virtud del SIP y formada por Caja Madrid, Bancaja, Caja de Ávila, Caja Segovia, Caja Rioja, Caja de Canarias y Caixa Laietana.  Un total de 31.800 millones en activos problemáticos.  Y con el objetivo de salir a Bolsa para captar 4.000 millones de los incautos…bueno, eso no lo dijeron. Pero continúa el sainete.

A menos de dos semanas para que Bankia salga a Bolsa, el 6 de junio  de 2011, la agencia de calificación Moody’s rebaja la nota crediticia de la entidad a Baa2, a solo un escalón más alto que el bono basura. El 18 de julio Bankia sale a Bolsa, con un precio por acción de 3,75 euros, un 15% menos del anunciado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores  y con un descuento del 74% sobre el valor en libros de la entidad. Ahora los peritos han asegurado  que ese extraordinario descuento en el precio de la acción provocó en la matriz de Bankia, BFA, un agujero contable que empeoró la solvencia del grupo, ya que llevaba a BFA a la quiebra.

Pero los problemas y los enjuagues habían comenzado mucho antes, en concreto cuando el Banco de España permitió que las pérdidas  causadas por el ladrillo y ya declaradas por las siete entidades que formaron Bankia fueran cargadas a reservas y no a resultados, lo que habría advertido necesariamente a los futuros inversores de que algo olía a podrido en Bankia. De esa forma el conglomerado Bankia pudo dar beneficios y los directivos cobrar sus bonus y preferentes.  Rato ingresó, por ejemplo, en 2011 y a la vista, 2,34 millones y Olivas, 1,6 millones. Todo ello aunque este plan genial suponía su descapitalización y pérdida de patrimonio.

Los rumores sobre la mala situación financiera de Bankia van creciendo mes a mes y el comienzo del  fin llega cuando en abril de 2012 el FMI advierte a Bankia, sin citarla, de que debe mejorar su gestión y fortalecer su balance. El 2 de mayo Rato insiste en la solvencia de la entidad y la ausencia de problemas financieros, pero cuando dos días después se conoce que los activos problemáticos de la entidad ascienden a 31.800 millones la cabeza del presidente rueda y dimite el día 7 de mayo. José Ignacio Goirigolzarri se hace cargo de la entidad.

Dos meses antes, en marzo, Bankia había presentado unos resultados sin el preceptivo informe de auditoría de Deloitte, con unos beneficios de 309 millones de euros en el ejercicio del 2011 que nadie se creyó. Cuando Goigolzarri cogió las riendas y se reformularon las cuentas, aparecieron unas pérdidas de 2.979 millones de euros.

El Banco de España pudo y debió impedir que Bankia saliera a Bolsa y engañara con una contabilidad maquillada a 300.000 incautos que confiando en la estructura financiera del país y en la tutela de la CNMV, que autorizó el folleto de venta,  compraron acciones en julio del 2011. Tampoco la decisión de Miguel Ángel Fernández Ordoñez, autorizando las fusiones en frío, parece muy aconsejable. Pero ninguna de las dos entidades se sienta como culpable en la Audiencia.

Y no pensemos que la situación está superada, tal y como indica el informe de Estabilidad Financiera, nuestra banca se mantiene a la cola de Europa en sus índices de solvencia. Lo que no impide que nuestros banqueros repartan alegremente 25.000 millones en beneficios, bonus y prebendas, en un nuevo ejercicio de irresponsabilidad financiera.  Piensan, como siempre, que si hay problemas ya vendrá “papa Estado” a rescatarles, lo que es mucho más grave ante las posibles sentencias multimillonarias que les pueden llegar desde Luxemburgo.

Fueron los partidos políticos los que con las manos en las Cajas y sentados en sus consejos de administración, nos llevaron al desastre financiero en el 2011. Los criterios de participación en proyectos y financiación eran políticos, sin control alguno. Que el Banco de España era un adorno del sistema. Fueron los partidos políticos los que optaron por socorrer al sistema con el dinero de todos. Y son también los partidos políticos los que ya han decidido que no haya culpables y sólo “paganos” en el desastre de Bankia; están demasiado manchados  en multitud de casos a lo largo de toda nuestra geografía como para poder hacer limpieza. Que si Rato ha pisado Soto del Real es por las tarjetas black y no por la estafa de Bankia. Caixa Galicia, Bancaja, Caja del Mediterráneo, Caja Sur, Caixa Cataluña…en todos los casos estaban implicados los partidos políticos, que hacían favores con el dinero que luego pagamos entre todos.

El Estado solo ha recuperado 3.873 millones de euros de los 62.295 millones de euros en ayudas a la banca, algo más de un 6%. Y los cálculos del Banco de España estiman que el importe «recuperable» por la venta de la participación en Bankia y BMN será de unos 9.800 millones de euros, lo que arrojará un 74% de pérdidas para las arcas públicas. Y no se exigirá al sistema financiero, gran beneficiado de la operación de rescate, que devuelva nada. Nadie tiene la fuerza moral ni de la otra para reclamárselo, porque todos son presuntos culpables. Esa propina que les damos, demuestra a las claras, que somos el país más rico del mundo y sino es así, al menos el más idiota.

Eduardo Lizarraga

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