Las personas que no cuentan con una vivienda propia y deben vivir de alquiler son las más propensas a sufrir las consecuencias de la crisis económica. Casi la mitad de los españoles que vivían en alquiler en 2020 a precios de mercado, el 48,7% en concreto, se encontraban en riesgo de pobreza o de exclusión social. De nuevo volvemos a situarnos en cabeza en un aspecto que no es precisamente bueno ya que se trata del porcentaje más elevado de toda la Unión Europea (UE), con una tasa media del conjunto de países que la integran en el 32,3%.

La situación de riesgo se entiende porque un 35,9% de estos inquilinos, algo más de un tercio, dedican más del 40% de su renta disponible a la vivienda, lo que contrasta con una tasa del 25,8% de promedio en la UE. Sin duda, y como consecuencias de la situación económica de estos dos años que han pasado, las cifras han podido incluso empeorar.

La pandemia por Covid, que fomentó el empleo por parte de las empresas del recurso de los ERTE, junto a las tensiones inflacionistas que comenzaron el pasado verano y alcanzaron su punto máximo el pasado mes de marzo cuando se registró un IPC del 9,8% interanual,  deterioraron  aún más la situación financiera de los hogares más desfavorecidos.

Este agravamiento de la situación de los inquilinos podría verse agravado por un efecto perverso del control  de alquileres, que según el Banco de España, “podría no tener el efecto deseado”. Lo argumenta en el sentido de que las políticas de control de rentas pueden ser efectivas para moderar a corto plazo el precio de los alquileres en los segmentos regulados, pero considera que pueden causar aumentos de los precios del alquiler de vivienda en los segmentos no regulados del mercado y en las zonas aledañas al control. Pero, además,  a medio plazo, cuando estas medidas se mantienen durante periodos prolongados, pueden aparecer efectos adversos, como una contracción de la oferta o una falta de mantenimientos de los inmuebles puestos en el mercado.

Otro dato a tener en cuenta y que puede afectar aún más a las personas que viven de alquiler es la solidez del mercado inmobiliario, transformado en una valor refugio frente a la inflación y con un exceso de demanda por la previsible subida de los tipos de interés en julio.