Fue en septiembre del pasado año, cuando el grupo de Unidas Podemos llevó al Congreso la necesidad de reforzar las estructuras sanitarias de salud mental que se encuentran bajo mínimos. Hubo grandes chanzas desde la bancada de la derecha y varios días de memes en twitter. Y sin embargo parece que la situación es mucho más grave de la que se manifestó en aquel momento. Y es que a lo que parece ante la ausencia de profesionales o los muchos meses de demora en tener una consulta estamos recurriendo de forma masiva a la química. Y ya somos campeones mundiales.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) denuncia que los datos sobre consumo de psicofármacos sitúan a España a la cabeza mundial del consumo de benzodiacepinas. Se trata de un grupo de fármacos utilizados para el tratamiento de trastornos de ansiedad, o insomnio. Para OCU, este consumo exagerado responde a la falta de una respuesta adecuada por parte de la sanidad pública a los problemas de salud mental.
Un organismo dependiente de Naciones Unidas que monitoriza el consumo de fármacos legales, La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), señala en su último informe del año 2021, que España es el país que más benzodiacepinas consume del mundo. Concretamente, en España y durante el año 2021, un promedio de 110 personas por cada mil, han consumido una dosis de benzodiazepina al día.
La Agencia Española del Medicamento (AEMPS) confirma este aumento en el consumo de psicofármacos durante la última década: entre el año 2010 y 2021, el aumento en el consumo de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes ha sido de más de 10 puntos. Pasando de 82,50 dosis diarias por mil habitantes al inicio de la pasada década, a un consumo de 93,04 dosis diarias por mil habitantes en 2021.
Entre 2019 y 2021, años de pandemia, el aumento ha sido de más de 6 puntos, pasando de una dosis diaria de 86,93 en 2019 a una de 93,04 dosis diarias por mil habitantes en el año pasado.
De acuerdo con los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad, más de un tercio de los españoles tiene problemas de salud mental. Los más frecuentes, los llamados Trastornos Mentales Comunes, son los de ansiedad, depresión o por somatización, aunque no por ello son más fáciles de llevar o generan menos malestar.
De hecho, durante la pandemia, los problemas de salud mental se han multiplicado casi por dos: ya antes de la covid-19, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) informaba de que cerca del 20% de los españoles se encontraba en tratamiento psicológico o psiquiátrico. Desde entonces, más del 40% de la población española ha acudido al psicólogo o al psiquiatra por problemas de ansiedad, y más del 30% por problemas de depresión.
Ante esta situación OCU denuncia la falta de especialistas en salud mental en la sanidad pública/en atención primaria/en el primer nivel de atención a la salud. En él, los médicos de cabecera disponen de muy poco tiempo para atender a los pacientes, y no siempre se dispone de las herramientas o especialización en psicoterapia para abordarlos. Y así, “se tira” de recetario. Una solución efectiva a corto plazo, que no está exenta de riesgos, y que, a la larga, no sólo no soluciona el problema sino que crea uno nuevo: la dependencia y la drogadicción.
La falta de profesionales en salud mental, unido a la medicalización los problemas mentales, consecuente al modelo biomédico de la sanidad pública, refuerzan el consumo de psicofármacos. Buena prueba de ello es el caso de las benzodiazepinas, medicamentos como Diazepam (Valium), Alprazolam (Trankimacin) o Lorazepam (Orfidal) son algunos de los más conocidos y en los que España ocupa el triste primer puesto de consumo mundial.
OCU cree que es necesario tomar medidas y dotar de recursos suficientes a la atención de la salud mental en la sanidad pública. Porque sin salud mental, no hay salud; y sin recursos no hay salud mental. Para ello ha puesto en marcha una campaña para pedir una mejora sustancial en la atención a la salud mental, en la que se solicita que se incorpore la figura del psicólogo clínico en Atención Primaria de modo que se ofrezca atención terapéutica, no solo farmacológica. Actualmente solo hay 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes en la sanidad pública, un tercio de la media europea.