El informe publicado por el Fichero de Inquilinos Morosos (FIM) sobre la morosidad en los arrendamientos urbanos afirma que la morosidad en el impago de vivienda de alquiler ha crecido un 12% en 2014, respecto al ejercicio del año anterior. Ello, pese al descenso en el número de desahucios entre inquilinos.

La situación económica por la que atravesamos, con pocas expectativas laborales y salarios a la baja, ha impulsado la tendencia alcista de las deudas y los impagos de los inquilinos. Esta situación ha conseguido que los desahucios por alquiler superen el número de ejecuciones hipotecarias.

A pesar de que los datos del Consejo General del Poder Judicial afirman que más del 52% de los desahucios se producen sobre viviendas arrendadas, lo cierto es que los desahucios en alquiler también han disminuido en 2014, al igual que los hipotecarios, con un descenso del 5,5% respecto al año 2013.

De esta manera, aunque los datos del Fichero de Inquilinos Morosos reflejan un aumento de la morosidad en viviendas de alquiler, no todos estos impagos acaban con el desahucio del inquilino. Y ello sucede porque no todas estas situaciones acaban en los juzgados. Las causas son varias, entre ellas la amplia existencia de alquileres no declarados que no pueden llegar a los juzgados, la dificultad, largos plazos y altos costes del proceso de desahucio y la picaresca que marca la existencia de morosos profesionales que van de una vivienda a otra.

Pero no son solo las diversas ilegalidades que se pueden cometer en el alquiler las que dificultan los desalojos, el FIM asegura que ante el aumento de la morosidad, los propietarios siguen bastante inermes ante los procedimientos de desahucio, ya que no existen medidas legales pertinentes para prevenir este tipo de situaciones.