El Anuario Estadístico del Mercado Inmobiliario Español de 2.013 señala que en España hay un excedente real de viviendas de 2,2 millones si se suman las que tienen los promotores sin vender, 635.000, las que ofertan las inmobiliarias, 152.000, los pisos particulares a la venta, 928.000, las que están en manos de los bancos, 208.000, las que están en construcción, 400.000 y las pendientes de ejecución hipotecaria, 150.000. Ello supone que ya está cubierta la demanda para la posible oferta que pueda haber en todo el país en los próximos 8 años.

 

En pleno boom inmobiliario a las familias españolas se las convenció de que, además de tener su residencia habitual en propiedad, podían tener su segunda residencia (preferentemente en la playa) al albur de las hipotecas a bajo interés. No hubo incentivos fiscales a favor, pero tampoco en contra. Ello ha provocado  que en España haya 8,62 millones de segundas residencias, de acuerdo con el último censo de población y vivienda y la información del sector inmobiliario y promotor. Hay que recordar que España es el país que arroja el porcentaje más alto del mundo de propietarios de vivienda mientras que el alquiler, fórmula mayoritaria en muchos países europeos, no acaba de despegar.

 

Con estos datos es lógico que el sector de la construcción esté hundido; han traído los recursos económicos futuros durante ocho años al menos y disfrutado de sus plusvalías. Ahora tocan los ocho años de vacas flacas. Y también con estos datos se puede ver lo absurda que puede resultar el intento de volver a construir la costa y la política de neoconstrucción inmobiliaria que pretenden algunos ayuntamientos. Parece aconsejable absorber primero el excedente antes de meterse en nuevas aventuras.