La situación del mercado inmobiliario lleva siete años con encefalograma plano, y si los pisos vacíos y los edificios por terminar pueden verse a los largo de toda nuestra geografía, también el terreno reclasificado y por construir abunda. Pero ninguna administración española, salvo la Generalitat de Valencia, dispone de datos precisos sobre la cantidad de suelo rústico reclasificado para atender la fiebre inmobiliaria en la que el «afán constructor» se convirtió en locura colectiva azuzada por empresas, bancos y políticos de toda laya. Eugenio Burriel,catedrático de Geografía de la Universitat de València , ha estimado la reserva de suelo, reclasificado ya y para edificar, existente en la Comunidad Valenciana, como suficiente, a un ritmo normal de construcción, para tres décadas. Es decir, el negocio de políticos y administraciones, que nos ha hundido en la peor crisis conocida, no existirá durante mucho tiempo.

Siempre hablando de esta comunidad, el stock o reserva de suelo reclasificado a fecha de 2013 ascendería a 52.000 hectáreas de terreno, de las que 43.500 permanecerían en estado rústico y otras 8.500 se han quedado a medio ejecutar con la crisis y parecen desiertos urbanizados. Estos suelos incluyen desde solares dispersos por los cascos urbanos a grandes desarrollos urbanísticos aprobados que no han visto la luz. Todo no se ha generado en los años del boom inmobiliario, pero sí en su mayor parte.

Según el catedrático Burriel, hay suelo suficiente para atender una demanda normal de vivienda durante más de tres décadas; con un potencial edificatorio sería de 1,35 millones de viviendas, de las que 215.000 se podrían construir enseguida. Casi el 50% se concentraría en la provincia de Alicante y otro 22% en la de Castellón, muy por encima del peso poblacional y territorial de ambas. Se atenderían las necesidades de vivienda por espacio de 38 años, a razón de 35.000 anuales.

La Administración autonómica ha propiciado que, tras el estallido de la burbuja, muchos de los programas de edificación que quedaron parados no caduquen para evitar perjuicios a las promotoras, pero la ejecución del planeamiento vigente llevaría casi a duplicar la superficie actual de suelo urbano.

Las estadísticas actuales sobre construcción residencial en España muestran una crisis inmobiliaria sin precedentes por la intensidad y rapidez de la caída y por la bajísima producción actual de viviendas. El ritmo actual de construcción no es solo muy inferior al que había antes de la burbuja, sino que es la cifra más baja desde 1960. Los mayores descensos se registran en Castellón, Las Palmas, Murcia, Málaga, Almería y Alicante.

Al problema del suelo reclasificado y sin destino se une el de las viviendas edificadas que siguen sin venderse. Madrid, Barcelona y Valencia reunían el 20,4% de toda la reserva de España en 2012. Verdaderas ciudades fantasma, terminadas y sin habitantes de las que tal vez el ejemplo más paradigmático sea Seseña, municipio castellano-manchego situado a 36 kilómetros de Madrid, donde un promotor, llamado El Pocero, construyó 13.000 pisos