Que la Banca está aprovechando la situación para sacar beneficio es algo que no debe sorprender a nadie, ellos son así. Pero que la pandemia que nos azota y que se llevará a centenares de miles de víctimas por delante, además de dejar a millones de personas en la miseria, va a ser su momento más afortunado de los últimos años, es una de las verdades más evidentes de esta crisis. Cuando unos se empobrecen y mueren de hambre, otros se enriquecen más que nunca, es lo de siempre, pero a lo bestia.

Comenzaron haciendo negocietes pequeños, casposos podría decirse, pero muy previsibles vista su trayectoria. Y es que lo de endosar seguros de vida a los solicitantes de los Créditos ICO avalados por el Estado, para solventar el pago del alquiler de las viviendas,  fue de sirlero nocturno en parque de barrio. Comenzó haciéndolo Caixabank y luego alborozados se lanzaron a ello el resto de entidades, exigiendo a las pymes y autónomos afectados por la situación, la contratación de un seguro de vida.

Por lo que parece lo consiguieron con un 11,5% de estas pymes y autónomos, y no sólo seguros de vida, que las entidades financieras les han obligado a contratar otros productos para formalizar las operaciones. Y todo ello a pesar de que la normativa indica en su artículo 9 que las ayudas de financiación destinadas al pago del alquiler de las viviendas para personas que se encuentren en situación de vulnerabilidad no pueden, en ningún caso, devengar “ningún tipo de gastos e intereses para el solicitante”.

El siguiente paso, también a costa de los ICO, ha sido bastante más lucrativo, al menos lo será si la situación económica continúa deteriorándose. Hete aquí que las mentes pensantes de ese entramado mafioso que es la banca española, urdieron una maniobra muy digna de su extenso currículo, en el que conseguir que entre todos paguemos sus deudas y fiestas está muy presente.

En concreto las entidades financieras capitaneadas por Caixabank (otra vez), BBVA, Santander y Sabadell están proponiendo a los profesionales y pymes, afianzar con los avales del ICO los préstamos que hasta ahora estaban respaldados por sus patrimonios y sus negocios y que la crisis económica iba a convertir en créditos de dudoso cobro. En concreto se estima que un  36,6% de la financiación a pymes y autónomos se ha destinado a renovar operaciones y no a aportar nueva liquidez. Esta modalidad de manejo es nueva y con ella previenen cargarse de impagados y ladrillos como en la anterior ocasión. Han transformado el riesgo que autónomos y pymes tenían patrimonializado, y nos lo han cargado a todos mediante reestructuraciones de la deuda, con las que están colocando activos dudosos bajo el paraguas del ICO. Otra vez a costa nuestra, como con el famoso rescate del que aún nos tocan 65.400 millones “a devolver.

Entre medias  de estas actividades, están consiguiendo de los jueces algunas sentencias favorables por la estafa del IRPH y es que, abandonado Luxemburgo, ahora juegan en campo propio y las Audiencias Provinciales son meras correas de trasmisión de lo que dice el Tribunal Supremo. Y ya sabemos cuál fue la actitud de nuestro “alto tribunal” en todo el embrollo del IRPH. Para hacerse una idea de la situación, basta poner la oreja y escuchar con atención sus gemidos…nada, nada de nada. No se escucha ningún lamento quejumbroso de la banca y sus adláteres, lloriqueando por la quiebra que les acarrearía una sentencia contraria por el IRPH. Y eso es porque se les dejó una sentencia abierta, que está siendo manipulada por las Audiencias Provinciales con una clara reinterpretación probancaria.

Han sido cuatro jueces los que han desestimado la demanda del cliente y han declarado la validez del índice. El primer caso fue el Juzgado de Primera Instancia de Tarragona, que se posicionó a favor de Caixabank (de nuevo por aquí). El segundo caso ha sido más importante y puede tener consecuencias al tratarse de una Audiencia Provincial. El juez desestimó el recurso de apelación que un cliente interpuso contra un fallo, que determinó la validez de IRPH incluida en un contrato firmado con Caixa d’Estalvis de Sabadell (ahora BBVA). Dos sentencias más a favor de Caixabank (mano larga que demuestra) llegan desde la Audiencia Provincial de Sevilla.

Dentro de lo que podríamos llamar su negocio tradicional, nuestra amiga la Banca, también está obteniendo unos pingües beneficios de la crisis del coronavirus. En concreto dando moratorias propias a los que no pueden acceder a la moratoria regulada por el Gobierno. Aquí, las entidades financieras, siempre al quite, han planteado a las empresas una alternativa con un coste de entre 550 y 1150 euros por aplazar entre seis y doce meses una hipoteca media de 180.000 euros. La moratoria del Estado es de 3 meses y a coste 0. Pero la pregunta que todos nos hacemos es lo que sucederá pasado ese trimestre. Y la respuesta más plausible es que como lo de la recuperación en V es un cuento chino y no de Wuhan, la U obligará a tocar en la puerta de los bancos para pedir socorro al precio que sea y ya están tomando posiciones.

Pero todas estas actividades, más o menos de ganzúa y antifaz, que no mascarilla, son nada si las comparamos con el gran espectáculo monetario al que estamos asistiendo y en el que los Bancos Centrales, con la complicidad de las autoridades europeas, van a salvar a la banca, los rentistas y al gran capital mediante la creación monetaria pública más grande de la historia.

Cuando nos golpeó la anterior crisis, allá por el 2007, se salvó a los bancos que no pagaron sus deudas,  porque la culpa fue nuestra,  al haber vivido por encima de nuestras posibilidades y como justo castigo perdimos trabajos y propiedades.  Hoy la fábula ha cambiado de forma, porque igual la anterior no nos la tragábamos de nuevo. Hoy el grito es “nos salvamos todos”. Y para ello habrá créditos a interés cero, paguitas de miseria y cheques Trump en Estados Unidos. Pero como la otra vez,  las deudas son a pagar.

Los Bancos Centrales tiran de offset digital y fabrican cantidades ingentes de pasta –parece que la inflación ni existe ni se la espera-. Y con esa inmensa masa monetaria compran a las entidades financieras todos los activos que tengan en sus balances, aunque sean más tóxicos que el veneno del pez globo. Comprarán los productos más complejos y de peor calificación crediticia para que no quiebren, cambiarán títulos de deuda de cualquier clase: titulización hipotecaria, soberana, corporativa y de cualquier calificación crediticia…a precio de balance, por dinero fresco virtual.

Ante la crisis del Covid-19, el programa de Expansión Monetaria (QE) del euro ha llegado ya a los 5 billones de euros, es decir, un 42% del PIB de la eurozona. Y podría seguir incrementándose, como lo indica que Christine Lagarde, presidenta del BCE, haya puesto encima de la mesa, sin despeinarse, fichas por valor 750.000 millones de euros en el Pandemic Emergency Purchase Programme (PEPP), para comprar deuda pública a la Banca y privada a las grandes empresas. Por su parte Trump ha añadido otros 2 billones de dólares. ¡Liquidez ilimitada! gritan todos.

Pero esa liquidez ilimitada solo es a coste cero para las entidades financieras que van a ser las grandes beneficiadas por la expansiva política monetaria, tapando sus agujeros y cobrando intereses a su alrededor. Endosan al BCE sus activos deteriorados de baja calidad y compran la deuda de los Gobiernos (PSOE-UP), empresas y familias, que deberán pagar sus correspondientes intereses, con el dinero que les ha llegado desde el BCE de forma gratuita.

Y otra vez vuelta a empezar, porque estamos a las puertas de una nueva epidemia de desahucios de los millones de familias que no podrán pagar la hipoteca o el alquiler cuando las ayudas terminen. Y entonces la maquinaria judicial se pondrá a trabajar de nuevo.

La realidad es que estamos ante un problema que no se cerró en la anterior crisis del 2007 y aún hay desahucios pendientes de aquel momento. Fueron casi 800.000 lanzamientos los que se realizaron, a personas trabajadoras y pequeños empresarios, que se quedaron sin sus casas y con cargas de por vida. Mientras tanto sus deudas hipotecarias con la banca española terminaron vendidas a fondos buitre, verdaderos especialistas en cobros casi imposibles con tácticas más que delictivas, contando, eso sí, con la complicidad de la legislación española y sus jueces. Y las viviendas fueron vendidas a bajo precio y por paquetes a través de la sareb, y la banca enjugó las perdidas y ganó dinero con el rescate bancario, pasando las pérdidas al Estado y amasando miles de daciones en pago, otra pata más del negocio.

El drama va a llegar no sólo desde el hipotecario, sino mucho más ahora desde el lado del alquiler, con más de tres millones de familias vulnerables y que van a ver su situación muy comprometida con la crisis laboral que viene. Para ellos no hay salvación como para la banca, tendrán que pagar todo una vez acaben las moratorias. ¿Y entonces? Se atreverá este Gobierno a una nueva oleada de desahucios que puede dejar pequeña la anterior?

Poca solución le veo, porque al otro lado del partido están la Banca, las patronales de los alquileres, socimis y los pequeños propietarios, que son un 85% del total y dan coartada a las medidas. Contando además con unos privilegios fiscales que supondrán este año, el de la pandemia, el de apretarse el cinturón, más de 10.000 millones de euros, pero se quejan de la paguita, que tendrá un coste anual inferior a los 5.000 millones.

El Gobierno ya ha decidido. Va a salvar, lo está haciendo, los negocios de los banqueros, las empresas del inmobiliario y los ingresos de los propietarios; las moratorias hipotecarias salvan a la Banca que cobrará, pero no a los hipotecados que no podrán pagar cuando se acaben las ayudas. Salva a los propietarios que percibirán los alquileres, al menos unos meses, pero no a los inquilinos. El dinero público, de todos,  llega a sus bolsas desde la falsa salvación de sus clientes, pero hipotecados e inquilinos deberán pagar sus deudas porque no hay condonación sino moratorias, créditos y ayudas. ¿Qué pasará al final de estas ayudas y moratorias?  ¿Se enderezará la economía lo suficiente este año? Parece que volvemos a la casilla de salida del 2007.

EDuardo Lizarraga

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