Lo que comenzó siendo un rumor a principios del 2022, tachado de comunistoide por poderes mediáticos y políticos que salieron a defender a ultranza la cartera de empresarios como Juan Roig, pasó a certeza a principios de este año y ya se ha convertido en un escándalo que pagamos todos. La culpa de la mayor parte de las subidas de precios y por lo tanto de la inflación, son los beneficios empresariales.
La Comisión Europea Advierte: Beneficios Empresariales Responsables del 60% de la Inflación en España hasta el 2025
La propia Comisión Europea avanza que desde el cierre del 2022 hasta el 2025 la inflación acumulada en España será del 10%, siendo los beneficios empresariales culpables del 60% de esta subida y los salarios del restante 40%. Y ya no se le puede echar la culpa a la luz, porque las medidas adoptadas para bajar el precio de las materias energéticas han conseguido que su suma en la cesta de la inflación sea negativa. La propia Christine Lagarde, que lleva dos años asustándonos con la llegada de la segunda ronda inflacionaria, la producida por la subida de los salarios que debieran contenerse, ha manifestado que tras los incrementos de beneficios empresariales las empresas deberían asumir las subidas de salarios, porque con sus actuales márgenes tienen capacidad para hacerlo. El aviso va en la línea de lo que pide el FMI para no entrar en la espiral inflacionista, ya que aunque se suban los salarios, de poco servirá si las empresas deciden subir precios para compensar.
Y si las palabras de la francesa y del FMI van dirigidas al sector empresarial europeo en su conjunto, aquí, como sucede en muchas ocasiones, también somos diferentes. Así, como en Francia, Italia y, sobre todo, en Alemania los aumentos de los salarios tendrán más peso en la inflación total que el crecimiento de los beneficios corporativos, la Comisión Europea estima que en España, las empresas sí expandirán sus márgenes de beneficio y contribuirán a la persistencia de la inflación. Y que lo harán en mayor medida que los sueldos. Lo estamos viendo de forma muy clara en la petición de Garamendi, el líder de los empresarios españoles, que llevará hoy jueves a la reunión formal con el Ejecutivo y los sindicatos, una petición de subida del SMI del 3% para 2024 y otra equivalente en 2025. Lo que no dice es que la subida de los beneficios empresariales está en un 60%.
Pero no se puede culpar a todo el sector empresarial, son las multinacionales y aquellos grupos orientados a la exportación, los grandes autores y beneficiados por estos incrementos de márgenes; las pequeñas y medianas empresas dedicadas al mercado interno son las más perjudicadas y no están pasando por sus mejores momentos. Y en un tejido empresarial de Pyme y micropyme como el español, con centenares de miles de empresas, el beneficio y actitud de las grandes se camufla y justifica entre el sufrimiento de las pequeñas. La razón es que la capacidad de las empresas para trasladar estos aumentos de costes y subir sus beneficios es proporcional al poder de la posición de mercado con la que cuentan. Son los oligopolios españoles, presentes en los sectores de la banca, alimentación y energía, los causantes de una situación que la misma Lagarde no entendía hasta que ha mirado bien y encontrado al culpable, que no estaba precisamente escondido.
El Impacto de los Desmesurados Beneficios Empresariales en la Inflación en España: Urgencia de un Control en un Contexto de Oligopolios
Los grandes representantes de los sectores de la energía, la alimentación y la banca no solo han defendido sus márgenes de beneficio, sino que los han mejorado en esta crisis, elevando su capacidad de generar ganancias a costa de incrementar una inflación que pagamos todos, pero sobre todo los que menos tienen. Por eso la inflación se resiste a bajar a pesar de las medidas tomadas, porque es una inflación de oferta y porque no se ha actuado para controlar los márgenes y beneficios.
Sumergido en estos momentos en la negociación salarial con los sindicatos, el sector de la gran banca ha obtenido un beneficio entre enero y septiembre de más de 19.700 millones de euros y prácticamente alcanzan ya, a falta de tres meses, las ganancias de 2022 que marcaron el anterior récord de beneficios en el sector. Son 141.000 trabajadores, divididos entre la AEB, la gran banca y CECA que engloba a las antiguas cajas de ahorros, los que defienden una subida salarial entre 17% y el 23% en tres años.
El mercado nunca controlará a los oligopolios, es justo al revés
Que los bancos están ganado dinero como nunca lo sabemos todos, no sólo porque mantienen e incrementan las comisiones con que nos desvalijan cada vez que nos acordamos de ellos, sino porque gracias a la política de Lagarde y a su estrategia corsaria de reflejar inmediatamente las subidas del precio del dinero en los costes de las hipotecas y no trasladar esa subida a la remuneración de los depósitos, su rentabilidad se ha disparado y ya están a un 55% por encima de los datos del año anterior. Pero no están dispuestos a asumir grandes subidas salariales y acusan a la postura de los sindicatos de alejada de la realidad. Lo que no se compadece precisamente con el trato que dan a sus grandes accionistas, a los que miman con tal vez unos exagerados dividendos que no consolidan su posición empresarial y han alcanzado los 7.615 millones de euros entre los seis grandes bancos este año.
Junto con el sector bancario, son el energético y el alimentario los que más influyen en los recursos económicos de la ciudadanía. Según el Observatorio de Márgenes Empresariales: la industria energética elevó sus márgenes al 26,8% en plena ola inflacionaria, unas 25 veces más que los salarios, mientras que los de la industria alimentaria llegaron hasta el 10,7%.
Este incremento de márgenes ha logrado que los beneficios del sector de la alimentación, con cinco grandes empresas que controlan más del 50% de la distribución en España, pasen de los 35.000 millones de euros de antes de la pandemia a los 42.000 millones de euros actuales. Y la pregonada bajada del IVA en los productos de alimentación no ha sido, como denuncia FACUA, una política eficaz que repercuta en beneficios para la ciudadanía, sino que ha conseguido incrementar los beneficios de estas empresas a costa de dinero público. Esos productos no podían incrementar su precio, pero lo han hecho, porque medidas de este tipo, que pagamos entre todos, deben ir acompañadas de controles para impedir el aumento de los márgenes de beneficio. Por desgracia el Ministerio de Consumo de Garzón ni estaba ni se le esperaba.
Los oligopolios españoles a la cabeza de Europa produciendo inflación
El problema del incremento de la inflación por los beneficios empresariales se ha producido en toda Europa, pero en España se ha exagerado. Según datos de la OCDE, de la subida del 8% en los precios durante el año 2022, más de seis puntos se atribuye a la actuación de las empresas, mientras que apenas un punto y medio se relaciona con aumentos salariales.
Y en esta generalización de acusaciones contra los exagerados beneficios empresariales, también el FMI ha señalado a estos márgenes como principal motivo para que la inflación continúe sin reducirse, a pesar de las constantes subidas del precio del dinero. Tal vez ésta no sea la medida más adecuada. Los márgenes de beneficio de las grandes empresas, las causantes de la inflación se movían desde siempre entre el 10% y el 11%, cifra que se elevó hasta el 13% en 2022 y que ahora ya llega al 13,7%.
Es preciso controlar la inflación y todas las causas que la producen, para no erosionar la capacidad de consumo de las familias en la eurozona, y sobre todo en España, porque en nuestro modelo económico el consumo es crucial para sostener el crecimiento de la economía y evitar una recesión. Y para este control se ha tomado sólo la decisión de subir el precio del dinero, afectando a centenares de millones de europeos y dañando gravemente las expectativas de sectores, como el inmobiliario, muy dependiente del mercado hipotecario. Y no es que la inflación fuera más profunda, sino que hay un factor sobre el que todavía no se ha actuado. Ya sabes, cuando sufras para pagar la hipoteca mira a los empresarios.
Es necesario establecer una herramienta europea para controlar los beneficios empresariales.
La situación no es aquella en la que Luis de Guindos amenazaba con nuevos incrementos del precio del dinero si se producía el efecto de segunda ronda por las subidas salariales que forzaran los sindicatos. El propio BCE ha señalado ya con claridad que las empresas han estado elevando los precios por encima de sus costos a expensas de los consumidores y las clases medias y trabajadoras, incrementando la inflación. Se trata de diseñar una herramienta europea para controlar los beneficios empresariales dentro de unos márgenes lógicos que la economía pueda soportar. Si los salarios, las pensiones y hasta el precio del dinero pueden fijarse y controlarse, ¿por qué no los beneficios de las grandes empresas que se consiguen a nuestras expensas?
No debe ser muy bolivariana y comunista la propuesta cuando entidades poco sospechosas de actuar contra los intereses empresariales como el BCE, la OCDE, el Banco de España o el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya están señalando con altavoz el problema. El que no señalan es la carencia mental que padecemos cuando babeamos ante esos «grandes capitanes de empresa», jaleados y aplaudidos en los medios de comunicación que controlan, por hacer lo que mejor saben, apoderarse de nuestro dinero para engordar sus carteras, sin importarles el daño causado a la economía de todos.
Señalar el problema, como ya se hace desde los grandes estamentos económicos, es pedir soluciones. La economía, como todo lo demás, está cambiando en un mundo que ya no tiene nada que ver con el del pasado siglo, todo es más dependiente, relacionado, buscando la sostenibilidad, la falacia del autocontrol del mercado es evidente y los cabos sueltos dañan el conjunto.
Eduardo Lizarraga
WWW.AQUIMICASA.NET
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