De todos es conocido el refrán “Año de nieves, año de bienes para las eléctricas”, así que entra dentro de la lógica pensar que, después de Filomena, los beneficios del sector eléctrico el pasado año iban a ser proporcionales a la nevada. Y de verdad que se cumplieron las expectativas y a principios del pasado marzo pudimos conocer los resultados del sector.

Las cuatro grandes compañías energéticas que operan en nuestro país, Repsol, Endesa, Iberdrola y Naturgy, cerraron 2021 con un beneficio neto conjunto de 11.054 millones de euros, un 226% más que en 2020, cuando fue de 3.388 millones de euros, su segunda cifra más alta de los últimos diez años.

En claro liderazgo aparece Iberdrola, que con más de 3.885 millones de beneficio, lo que supone un 8% superior al año pasado, representa casi el 60% de los resultados; le sigue Repsol , que logra un beneficio de 2.499 millones, a continuación Endesa, que gana 1.435 millones, incrementando un 3% sus beneficios y finalmente Naturgy, que llega a los 1.214 millones.

Hace unos días, un mes después de que las compañías eléctricas dieran a conocer sus resultados, hemos recibido el susto de la luz de abril. Así, la factura de la luz del usuario medio alcanzó los 124,90 euros el pasado mes, un 53,2% por encima de los 81,55 euros que pagamos en abril del año pasado. No ha subido tanto el sueldo ¿se le llama así? del presidente ejecutivo de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, que percibió un total de 13,205 millones de euros, 36.172 euros al día; es decir, un 8,23% más que el año anterior.

Y como el sr. Sánchez Galán ha prometido a sus accionistas que este 2022 llevará los beneficios hasta los 4.200 millones de euros, ir preparando el bolsillo porque de ahí precisamente es de donde van a salir. Ni me imagino a dónde llegará su sueldo si cubre objetivos.

Calentitos están los datos de los beneficios que ha tenido la banca en España este primer trimestre. Los cinco grandes bancos que cotizan en el Ibex 35, Bankinter, BBVA, Caixabank, Sabadell y Santander han notificado a la CNMV que ganaron entre el 1 de enero y el 31 de marzo de este año un total de 2.040 millones de euros netos en su negocio en España y 5.268 millones en sus resultados globales. Y por tener alguna referencia hay que decir que estos resultados superan en un 26% al que obtuvieron en el primer trimestre de 2019, último ejercicio antes de que comenzaran a azotarnos las plagas bíblicas o lo que sean.

Y estos resultados excepcionales los han logrado en unos meses en que su negocio tradicional de préstamos hipotecarios ha estado casi gripado por la situación del Euríbor. Los han conseguido tacita a tacita, comisión más comisión, despido sobre despido, cierre tras cierre.

Comenzando por los despidos, que se les llame como se les llame son menos puestos de trabajo para el país, van a dejar atrás a nada menos que 16.000 trabajadores. En el BBVA son 2.725 bajas y 210 excedencias; 6.452 ceses en CaixaBank, 3.405 borrados en el Sabadell y otros 3.572 finiquitados en el Santander. En Unicaja serán 2.200 trabajadores menos y 750 en Ibercaja.

En cuanto a la desaparición de oficinas, en los últimos cinco años la banca española ha cerrado ya más de un tercio de las sucursales, un total de 9.700, quedando ya tan sólo poco más de 19.000. Se supone que la epidemia seguirá este año.

De comisiones, teniendo en cuenta resultados globales, las cinco del Ibex han conseguido 2.756 millones de euros, lo que lleva a este concepto a suponer ya el 38,3% de su negocio y unos ingresos de 21.265 euros al minuto…de nuestros bolsillos. Por diversificar, Bankinter ha mejorado un 13% sus ingresos por comisiones, un 9,5% en BBVA, un 47% en CaixaBank, un 5% en Sabadell y un 6% en Santander.

Y esta mejoría comisionista, que se hace a costa de nuestros bolsillos, cuenta con la complicidad del Banco de España que no determina un límite máximo de los peajes diversos que pueden cobrar las entidades financieras, por lo que éstas tienen libertad absoluta para establecer sus comisiones bancarias y gastos repercutibles. Siempre y cuando lo sean por servicios efectivamente prestados o gastos habidos y se nos haya avisado previa y personalmente de ello, que suelen preferir no hacerlo o poner un aviso en la sección bailes regionales de su web.

A pesar de estos pequeños inconvenientes legales, las comisiones son múltiples y variadas; las entidades financieras aplican hasta siete tipos de comisiones sobre los depósitos y las cuentas. Las de administración, en función de los apuntes y de mantenimiento por «el servicio de caja básico» son las más frecuentes, aunque a ellas se les pueden añadir otras muchas, dependiendo de la imaginación y del tamaño del yate que se quiera comprar este año el consejero delegado.

Los créditos hipotecarios incluyen hasta diez tipos de comisiones, con algunas de ellas condenadas en firme por abusivas, pero que siguen sobreviviendo en los contratos, por si el usuario no está “atento y perspicaz”.

Para los autónomos y las pymes se tiene la particular deferencia de adjudicarles más de un tercio del total de comisiones y recargos existentes. Está claro que como son muchos en población los ingresos son mayores. Dedicar esfuerzos comisionistas a esos 35 del Ibex como que no, que son hermanos y no primos.

Para el final dejamos cinco comisiones que gravan los créditos al consumo y los préstamos personales en donde se incluyen tarjetas revolving y de las otras.

Exactamente igual que sus compañeras energéticas, también las instituciones financieras van a repartir estupendos beneficios este año. Tiene previsto superar entre los grandes los 7.300 millones para los accionistas. Unos 3.250 millones el Santander, 1.180 CaixaBank, 2.067 el BBVA, más humilde, 168 el Sabadell y 666 Bankinter. Una buena lluvia de millones a la que se acompaña la promesa de que los resultados seguirán mejorando.

En el lado contrario de la tabla de pérdidas y ganancias, además de a la inmensa mayoría de los españoles, tenemos al Estado. La deuda del conjunto de las administraciones públicas cerró el ejercicio 2021 en el 118,7% del PIB, 1,3 puntos porcentuales menos respecto a 2020 y por debajo del objetivo del Gobierno, alcanzando en diciembre los 1.427.763 millones de euros, según los datos avanzados por el Banco de España; es decir debemos 30.157 euros por habitante.

Y con estos números delante pienso que algo estamos haciendo mal o algunos muy bien. Qué cómo es posible que siendo uno de los países más endeudados,  nuestros sectores energético y financiero sean de los de mayores beneficios. Posiblemente sea por eso.

Lo inteligente del capitalismo es que busca sus apoyos entre los pequeños accionistas a los que reparte las migajas y su viabilidad en los servicios de jueces, políticos y periodistas con los que se asegura un marco legislativo favorable a cambio de otra parte de las migajas. Y así el sistema prosigue su marcha hacia el agotamiento de los recursos y la esclavitud de las personas.

No se puede entender que los sagrados beneficios de los bancos, las eléctricas, o de otras empresas que repercuten en el sistema económico, estén por encima de los intereses de la nación. Son tantas las veces que nos han hablado de derechos empresariales, seguridad jurídica, intervención comunista y un amplio etcétera de variantes del mismo discurso, que hemos terminado por tenerlo como una verdad evidente. Y la única verdad es el derecho de toda la nación y sus habitantes a la estabilidad y el bienestar; no el de unos pocos, sino el de la mayoría.

En la situación actual, con la incertidumbre en todos los ámbitos, se hace necesario salvaguardar nuestra economía y su crecimiento, del que dependen millones de puestos de trabajo. Y aunque sabemos que los intereses privados deben estar supeditados a los intereses nacionales, como recoge nuestra Constitución en el artículo 128, que llega antes del 155,  los 35 euros de subida del SMI nos parecen una irresponsabilidad que destrozará la economía, aunque son mucho menos de lo que nos hacen pagar de más  a cada uno por la luz.

Las eléctricas continúan proyectando sus previsiones con mayores beneficios este año y los bancos, que brindaron con champagne -el cava es catalán-la puesta de largo en positivo del Euríbor, continuarán penalizando con sus comisiones a los usuarios, aunque las buenas perspectivas de su negocio tradicional ya tengan brotes verdes. Incrementarán sus beneficios a costa de los de siempre, más comisiones y más intereses. 

Y cuando el consumo siga cayendo, porque sube la cuota hipotecaria, la luz está por las nubes, el coche ni moverlo y al súper ir sin gafas para no llorar, nos dirán que la culpa son los 525 millones de presupuesto del Ministerio de Igualdad de Irene Montero -11 euros por españolito- y nos lo creeremos como dogma fundamentalista, sin tener en cuenta que los 19.866 millones de euros de beneficios de la banca española el pasado año se tradujeron en 423 euros por cada español, lactantes incluidos. Por su parte, con los 11.054 millones de euros de beneficios, las eléctricas se embolsaron 235 euros por carpetovetónico vivo. Esta es la perspectiva.

Para sentirse bien en España es preciso estar orgulloso del país y sus logros, no sólo los del pasado sino sobre todo los del presente, en que se ha cambiado la perspectiva y queremos una sociedad más justa e igualitaria. Y no hablo de ganar la copa, la europea o la que sea, que también, ¿por qué no?, sino de tener unos jueces justos, unos políticos honestos y unos empresarios que miren por su país para algo que no sea exprimirlo. No es una banderita en la muñeca, es un comportamiento ético por encima del económico y el ideológico, que de comisionistas y empresarios vividores del dinero público ya estamos hartos y nuestro país no los aguanta.

Periodista económico

Eduardo Lizarraga

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