Fue hace ya más de dos años, en concreto el día 5 de octubre de 2021, cuando Pedro Sánchez, presidente del gobierno de coalición, anunció la creación de un bono joven al alquiler, dotado con 200 millones de euros y de 250 euros mensuales durante dos años para personas de entre 18 y 35 de edad. La gestión se encomienda a las comunidades autónomas y habrá que solicitar el bono en aquella en la que se esté empadronado.
El Bono de Alquiler Joven pretendía solucionar el problema de emancipación de los jóvenes
La acción pretendía responder al problema de los jóvenes para emanciparse y es que el paro juvenil, los bajos sueldos de los trabajos precarios y los elevados precios del alquiler han llevado a nuestro país casi a la cola de la emancipación de los jóvenes en Europa y esto es un problema que traerá consecuencias en el futuro.
En la mayoría de los países del norte y oeste de Europa, los jóvenes abandonan el hogar parental, de media, a principios o mediados de la veintena, mientras que en los países del sur y del este la edad media se corresponde con el principio de la treintena.
A la cabeza de la lista está Croacia, donde los jóvenes se independizan a la edad de 33,4 años, mientras que en la parte inferior de la clasificación se sitúa Finlandia (21,3 años). En nuestro país, y según los datos de Eurostat, los jóvenes abandonan el hogar paterno a los 30,3 años, casi cuatro por encima de la media de la UE, que está en 26,4 años.
¿Cómo Funciona el Bono de Alquiler Joven y Quién Puede Acceder a Él?
Los beneficiarios de la ayuda del Gobierno central tienen que tener obligatoriamente un contrato de trabajo y sus ingresos anuales no pueden superar los 23.725 euros anuales. Además, el precio máximo estipulado para los alquileres de pisos completos es de 600 euros -ampliable a 900 dependiendo de la autonomía-, y 300 euros para el alquiler de habitaciones individuales -ampliable a 450-.
La medida se aprobó unos meses más tarde, en concreto el 18 de enero de 2022 en el Consejo de Ministros y con efecto retroactivo desde el 1 de enero. Tras recibir las condiciones, unos meses después, 15 de las 17 comunidades comenzaron a abrir las solicitudes, con Cataluña a la cabeza, el 1 de junio de 2022. Hay que exceptuar a País Vasco y Navarra que disponen desde hace algunos años de programas propios de ayudas al alquiler para jóvenes: Gaztelagun y Emanzipa, respectivamente.
La gestión en las Comunidades Autónomas ha sido desigual
A continuación de la Generalitat, Asturias (1 de julio), La Rioja (22 de julio), Murcia (25 de julio), Cantabria (1 de agosto), Islas Canarias (2 de agosto), Ceuta (18 de agosto) o Melilla (31 de agosto). En la Comunidad de Madrid el plazo no se abrió hasta el 21 de septiembre de 2022. Y ahí fue cuando comenzaron los retrasos.
Las solicitudes comenzaron a llegar a las diversas Comunidades Autónomas que, con mayor o menor sentido y medios, establecieron el mecanismo de convocatoria y gestión de las solicitudes.
Algunos han sido aplicados y responsables con sus jóvenes, como el Gobierno Canario, que comenzó a pagar la ayuda al alquiler joven en septiembre de 2022, cuando aún estaba abierta la convocatoria de solicitud. Por el momento en Canarias se han publicado tres resoluciones de pago a los solicitantes aprobados hasta la fecha, que son 1.795 de un total de 12.143 peticionarios.
También en Cataluña, donde según el Departamento de Territorio de la Generalitat, ya se están pagando la mayoría de solicitudes, realizándose el pago contra la acreditación del pago de los alquileres de los meses acumulados, cuando reciben la resolución y a partir de ahí cada mes sucesivamente. De esta forma se han resuelto positivamente 9.753 solicitudes por un importe de 57.999.797 euros.
Pero, por desgracia para sus jóvenes, en otras comunidades la situación es bien distinta. Tanto en Madrid, como Andalucía o Murcia.
El plan se queda muy corto sobre todo en algunas comunidades autónomas
Contemplando el panorama, la primera consideración a tener en cuenta es que vista la situación general de los alquileres y conocidos los bajos sueldos y trabajos precarios que afectan a nuestros jóvenes, parece que el plan se queda corto. Que los 70.000 jóvenes previstos son a todas luces insuficientes, sobre todo en comunidades autónomas como Madrid, que es foco de atracción para muchas personas.
De hecho, en Madrid se han presentado más de 50.000 solicitudes y se han aceptado 11.147, lo que ha supuesto el 97,5% del crédito de 63,6 millones que transfirió el Estado a la Comunidad. Es evidente que para la necesidad que tienen los jóvenes madrileños, con sueldos bajos y alquileres disparados, el plan es insuficiente. Aunque claro está, nadie impide a la Comunidad de Madrid, como hacen País Vasco y Navarra, generar su propio proyecto de ayuda para los jóvenes y destinar más recursos si es que se considera que la emancipación de la juventud madrileña es prioritaria, al igual que la tauromaquia y la Oficina del Español.
Pero aparte de la nefasta previsión de peticionarios por parte del Estado, en la Comunidad de Madrid, a pesar de las palabras de Jorge Rodrigo, consejero de Vivienda, Transportes e Infraestructuras, que pintó un panorama idílico, alrededor del 80% de los 11.000 beneficiados aún no ha recibido la ayuda que gestiona el Gobierno de Ayuso, a pesar de haber recibido los fondos ya hace tiempo. Y los miles de jóvenes afectados se quejan y comienzan a ver fantasmas por todas partes.
Como el que apareció antes de las elecciones autonómicas del 28 de mayo en la web de la Comunidad, anunciando que “se están tramitando los pagos de las primeras ordenes de reconocimiento del Bono Joven ya publicadas con anterioridad». El texto debía ser un fantasma, pues desapareció de la página el 2 de junio, pasados ya los comicios y validados los votos.
Para enjugar el descontento, que estas declaraciones políticas no suelen llegar al negro sobre blanco, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha anunciado una nueva convocatoria de ayudas al alquiler para jóvenes, prometiendo que «duplicará» el presupuesto asignado por el Gobierno central para el vigente bono, pasando así de 4 a 9 millones de euros en ayudas directas. Ya se verá.
Tampoco están nada satisfechos con la gestión de su Comunidad Autónoma los jóvenes de Andalucía o Murcia.
En Andalucía la nefasta gestión ha obligado a Juanma Moreno a salir dando explicaciones
Andalucía fue la última comunidad en publicar las bases para que los jóvenes pudieran obtener estas ayudas y convocó el bono por concurrencia competitiva, es decir, por orden de llegada, el pasado noviembre de 2022. El resultado fue que solo en las tres primeras horas hubo hasta 350.000 intentos, quedándose la web bloqueada a los pocos minutos. Se recibieron 17.266 solicitudes y algunas personas no podrán acceder al subsidio ya que los peticionarios superan los fondos disponibles, suficientes para atender sólo a 14.000 solicitudes.
De las más de 17.000 solicitudes presentadas se han resuelto 4.197, lo que ha llevado a los afectados a convocar manifestaciones en las ocho provincias andaluzas, obligando a Juanma Moreno a salir a dar explicaciones y exigir responsabilidades. Como ya pasó en Madrid, cuando se interpeló a la Comunidad en la Asamblea, la culpa es del Gobierno Central por la dificultad y burocracia necesarias para solicitar la ayuda. No voy a entrar en razonamientos de por qué en otros territorios, con las mismas bases para las ayudas, no han tenido estos mismos problemas.
Tampoco en Murcia están contentos los jóvenes que solicitaron el bono de alquiler y es que la mayoría aún lo han recibido. Hay un retraso de 16 millones de euros que afecta a 2.500 jóvenes murcianos.
La baja natalidad española tiene su origen en los problemas de la juventud
La edad de mancipación en nuestro país -30,3 años- está condicionando las posibilidades de formar una familia y es la causa principal de la baja natalidad española. Nuestro país ostenta el segundo peor dato respecto al resto de países de la UE, tan solo por delante de Malta. Ya no les basta a los jóvenes con tener un empleo para poder independizarse. Esta generación debe de gastar el 83,7% de su sueldo en tan solo poder pagar el alquiler.
Y es que, como bien sabemos, los niveles de precio de los alquileres han subido muy por encima de los salarios. De media, un alquiler cuesta 912 euros que, sumados a los gastos fijos para poder vivir, como son los recibos de agua, luz y gas, por unos 141 euros de media, suben el total a unos 1.053, o lo que es lo mismo, el 96,6% del sueldo mínimo que es lo que la mayoría cobra.
Estamos muy lejos de la recomendación de que el precio de la vivienda no supere el 30% del salario de una persona. En ese baremo sólo se pueden encontrar habitaciones, que también están subiendo, incluso más que los alquileres completos y ya el precio medio de alquiler por habitación en Madrid es actualmente de 450€ al mes, lo que supera también ese 30%. De la compra de una vivienda mejor ni hablamos, porque la entrada media a un piso supone casi 4 años de sueldo y la subida del euríbor ha conseguido que la hipoteca se ponga a más precio que un alquiler.
La vivienda es un problema para los jóvenes que exige una solución política
El incremento del precio de los alquileres ha convertido en irrisoria la ayuda prevista por el Gobierno de Sánchez, pero salvo Navarra y País Vasco, parece que tampoco las Comunidades Autónomas hacen mucho por sus jóvenes. Y algunas se dedican a torpedear las escasas ayudas existentes.
Hace falta más colaboración entre las distintas administraciones, desde el Gobierno Central a los ayuntamientos para solucionar un problema que no puede considerarse ideológico, como se está haciendo con los carriles bici o la violencia de género. Con el panorama actual de precios de la vivienda la ayuda deberá crecer y comunidades autónomas y ayuntamientos tendrá que implicarse con presupuestos propios para complementar una cantidad que debe ampliarse, tanto por la cifra necesaria para la vivienda, como por el número de jóvenes posibles peticionarios del bono.
Los centenares de miles de jóvenes afectados por los bajos salarios, los trabajos precarios, la ausencia de vivienda digna y de expectativas, son un problema real de fractura con el porvenir en España y es necesario que el poder político en sus distintos niveles tome conciencia del problema y deje de aprovechar la situación para zaherir al adversario. No sólo es que la juventudo lo merezca, es que sin ellos no hay ni futuro ni país.
Eduardo Lizarraga
WWW.AQUIMICASA.NET
Eduardo, ¿cómo explicas la gran pasividad de los jóvenes españoles/as ante su situación laboral, de vivienda, etc?
Un abrazo.
Buenos días André!
Siendo cierta la pasividad de una gran parte de lo jóvenes ante la situación vital en la que se encuentran, no es menos cierto que no se puede achacar a una sóla causa. Hay varios factores que están induciendo, en mi opinión, a esta situación.
Por un lado, la pirámide de edad cada vez más empinada y el incremento de la esperanza de vida podrían estar afectando a la fecha de madurez de los jóvenes que ya no es la misma que hace 50 años. Parece que un adolescente de 20 años es mucho más inmaduro, que los adolescentes de su edad en la década de los 80. La vida no era igual entonces, las inquietudes sociales eran mucho mayores y la reciente libertad y la década expansiva que se vivía en muchos aspectos, impulsaba a los jóvenes a disfrutarla fuera del hogar paterno. Las dificultades no se encontraban tanto en la vivienda, aunque si en el aspecto laboral. Y como la vida era mucho más barata, sin tantas necesidades creadas por la industria del consumo, resultaba más fácil echarse a la vida sin añorar lo dejado atrás.
También es verdad que vivíamos en una época salida del gris, que hacía la vida en color mucho más atractiva y se vivía un momento de expectación e ilusión que poco a poco se fue apagando.
En la época actual hay determinados conceptos como el de la familia que están a la baja y los jóvenes con la facilidad de «vivir» en contacto permanente con las redes sociales, el streaming y las falsas ventanas al exterior, viven una «realidad virtual» muy cómoda en la casa paterna, sin tanto contacto físico entre ellos como hace unas décadas. Además, al ser los más afectados por los cambios sociales en el mundo laboral, la vivienda o el ocio, ven muy de cerca lo dura que es la vida en el exterior de la casa familiar, también contemplan a algunos que han tenido que volver por bajos salarios y precios inasumibles en el coste de la vida y la vivienda, y aprenden de sus experiencias.
Una mayoría son menos combativos, es cierto, y es la sociedad actual, conformista y consumista, en la que la política, el asociacionismo o la solidaridad parecen valores a extinguir, la que les ha llevado a esa situación. Pero también creo que puede cambiar si las bases del egoísmo y falta de idealismo juvenil cambian. El proceso se puede invertir, pero como para todo proceso hará falta una chispa que lo inicie. Como puedes comprobar sigo siendo idealista…
Saludos