No todo van a ser bonos sociales, subida de pensiones y,  Yoli mediante, incremento del SMI, que también hay que estar a las duras y apechugar con las herencias que nos dejaron en 2012, Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos y M. Rajoy,  cuando nos aseguraron que el rescate bancario no iba a costar ni un euro a los españoles. Pues recordado aquello, este mes hay que sumar a lo que ya debíamos unos 740 euros por españolito vivo. La cuenta es muy sencilla, 35.000 millones de euros dividido entre la población española, unos 47.3 millones, contando a todos, catalanes, vascos, extremeños…nonagenarios o recién nacidos, de derechas o de izquierdas, que para esto de pagar a escote no hay edades ni banderas.

La cuestión es que el pasado 18 de enero el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto con el objetivo de que el Estado pueda tomar el control de la Sareb y no porque le apetezca, que maldita la gracia que tiene el asunto a estas alturas de la legislatura, sino porque en marzo del pasado año Eurostat, el organismo estadístico de la Unión Europea, obligó al Gobierno a incorporar esta compañía y sus pérdidas de 35.000 millones a las cuentas públicas. Y no olvidemos que este dinero, que salió de nuestras costillas y derechos, se ha dedicado a sanear entidades privadas.

Esta cifra, la de los 35.000 millones, es la que nos han presentado hace unos días. Pero hay fuentes que la suben hasta casi los 65.000 millones. Y es que los hábiles gestores que ha tenido el “banco malo” han cometido todo tipo de despropósitos, comenzando por sus propios sueldos de consejo de administración en una entidad que siempre ha tenido pérdidas, que superan los 37 millones de euros.

Aunque eso es el chocolate del loro si lo comparamos con la “aguda” contratación de un swap para defenderse de las subidas de interés en el periodo 2017-2023 y que ha costado ya 3.952 millones, con una media de alrededor de mil al año. Y mientras el seguro se sigue pagando tenemos el interés del dinero en -0,5. No es por pensar mal, pero seguro que hubo alguna interesante comisión en la contratación.

Las pérdidas sufridas desde su inicio ya alcanzan los 5.771 millones de euros y añadimos un patrimonio neto negativo de 10.528. Sumando la deuda pendiente nos acercamos a los 52.000 millones, que más el swap, bonos y otras cosillas ya se superan los 60.000.

Pero no todo está perdido, está claro que a Sareb aún le quedan activos inmobiliarios valorados en algo más de 31.000 millones de euros.  Son 46.162 viviendas, 36.693 espacios anexos a estas, como garajes y trasteros, 20.246 obras en curso y 30.016 terrenos, 79.000 hectáreas de suelo ‘finalista’ y 90.000 de rústico. Y ahora que ya los buitres no compran de saldo, algo se podrá salvar.

Y con este nuevo patrimonio inmobiliario estatal que, por ironías del destino hace realidad el viejo grito de guerra de las PAH y otras plataformas sociales ¡La Sareb es nuestra! se abre un melón que sin duda, conociéndonos, será nueva fuente de discusión entre todos nosotros, autónómicos y de centro, derechas e izquierdas, PSOE y UP, los hunos y los otros.

La Sareb ha supuesto un gran fiasco para el estado que somos todos, pero ha servido para aquello que fue creada: salvar a los bancos y enriquecer a algunos. Lo que se ha conseguido a través de muchos artificios auspiciados desde los que la diseñaron. Como la valoración de los activos bancarios, con los que se quedó muy por encima de su precio de mercado y que son la primera causa de sus problemas.

En el momento de su constitución emitió 50.781 millones de deuda avalada por el Tesoro, como medio de pago para adquirir los activos tóxicos de las entidades financieras que habían recibido ayudas públicas por valor de 104.751 millones. Es decir: Caja Castilla La Mancha, Cajasur, Caja de Ahorros del Mediterráneo, Bancos de Valencia, Bankia, Caixa Catalunya, Novacaixagalicia y Unnim.

Es preciso recordar que para equilibrar la situación, Rajoy, el rey de las tijeras, organizó recortes en sanidad, educación, desempleo, pensiones, vivienda, investigación…y en todo lo que se le ocurrió, por valor de 78.000 millones de euros hasta el 2015. Y esto que pagamos entre todos, benefició solo a unos pocos, es decir, a los bancos que se quedaron con las entidades rescatadas y limpias de porquería por un euro. Sin olvidar a los fondos buitre llegados a España al olor de la carroña, que compraron vivienda a los bancos en grandes paquetes -Sareb incluida- a precios de risa porque ya había dinero público aguantando el tirón.

Lo curioso es que volvió a pasar lo de siempre; supongo que por ser algo a lo que estamos ya acostumbrados no nos llama la atención. Y es que no se rescató a los bancos, sino a sus propietarios y a los que se beneficiaban de sus operaciones de alto riesgo que trajeron el desastre. Accionistas, gestores, acreedores y todos los que obtuvieron rendimientos durante las vacas gordas y que eran los verdaderos responsables de la situación, pagaron como el resto de los no culpables. Es decir, se socializaron las pérdidas y se respetaron los beneficios privados, la más sacrosanta de las expresiones nacionales, aportando todo el dinero público que hizo falta.

En estos momentos los banqueros continúan con sus salarios entre los más altos de Europa y para mantenerlos, los mismos que se beneficiaron de nuestros recortes, comprando a precio de risa 52 entidades financieras saneadas con nuestro dinero, no han dudado en despedir de una manera u otra a más de 114.000 empleados desde el 2008 y en cerrar más del 42% de las oficinas bancarias, unas 22.000. Y nos parece lo más normal y justo, sin que nadie proteste por ello.

La nacionalización de la Sareb del pasado día 18, no es más que el reconocimiento de la realidad sobrevenida de avalar con dinero público del Tesoro sus deudas y el penúltimo capítulo del rescate bancario, que empezó con Zapatero en 2009, con el llamado proceso de reestructuración del sistema financiero español. Se abría un periodo de intenso brillo para los excelsos gestores del Estado español.

El rescate a la banca, según asegura el Tribunal de Cuentas, ascendió a 66.577 millones de los que el Banco de España prevé recuperar 9.500 millones por el 14% que el Estado mantiene de Bankia. Es cierto que no todo fue dinero público, tan sólo un 65%, el resto se financió con el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) propiedad de las entidades financieras, suma que ascendió a 23,164 millones.

Ahora, con la nacionalización de la Sareb ha aumentado el importe del rescate bancario en España en los 35.000 millones de deuda -que podrían ser más como ya hemos visto.  Hay que decir que en el resto de países europeos el recate bancario se ha devuelto por los bancos. Como debía haber pasado si la banca hubiera hecho caso a las palabras del presidente del Gobierno M. Rajoy, cuando en el Congreso, delante de todos los españoles, aseguró que “el crédito es a la banca y lo va a pagar la banca». Está claro que los bancos no estaban por allí.

Somos el único país de Europa en el que la banca no ha devuelto el dinero con el que se le rescató y del que todo el sector financiero se benefició de una u otra manera. Podrían ser casi 90.000 millones – la realidad es que nunca sabremos la cifra exacta- que damos por perdidos y sin que a nadie se le exijan cuentas. Pero si se suben 35 euros el SMI o actualizan las pensiones con el IPC, el país o sus empresas estará perdido sin remedio, con una quiebra total. Para qué hablar si el chuletón suelta agua y apesta a antibióticos o podemos aderezar la ensalada con el agua del pozo. De verdad que carecemos de perspectiva y el fundamentalismo tiene acorralada a nuestra neurona.

Periodista económico

Periodista económico

Eduardo Lizarraga

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