El interés urbanístico y el desinterés cultural de la administración madrileña están causando que Madrid vaya perdiendo parte del patrimonio que había llegado hasta este siglo. Ante esta situación parece que la última salvaguarda de esta riqueza sea la administración de Justicia. Así, la Fiscalía Provincial de Madrid investiga al Ayuntamiento de la capital (PP) por el derribo de una casa blasonada del siglo XVII que expropió hace una década para construir un equipamiento público. Pérdida de patrimonio para la construcción de un equipamiento que aún está pendiente.

La Fiscalía pretende averiguar si el edificio municipal se tiró, pese a gozar de protección por su valor histórico o artístico, y quiénes fueron responsables de su estado de ruina por falta de conservación. Y el Ayuntamiento de Ana Botella no se lo está poniendo fácil: las diligencias se abrieron en junio de 2013, pero la Fiscalía lleva más de cinco meses requiriendo sin éxito al Gobierno de Madrid el nombre y apellidos de los encargados de cuidar el edificio y cuya actuación consiguió su ruina.

En su última notificación el fiscal amenazó al Ayuntamiento de Madrid con actuar por un delito de desobediencia si no facilitaba en 15 días toda la información de manera directa e inequívoca.

Esta no es la única investigación abierta al Ayuntamiento de Madrid por presunto abandono del patrimonio histórico. La Fiscalía indaga también el deterioro de otra parte del patrimonio madrileño, en concreto del palacio de la Duquesa de Sueca, un edificio municipal con la máxima protección histórica-artística que se encuentra en estado de ruina por falta de conservación. El Ayuntamiento quiso derribar el edificio pero un juzgado de la capital lo evitó a instancias de la propia Fiscalía.

La casa blasonada que ha motivado la actual investigación estaba ubicada en el número 18 de la calle Embajadores. Su construcción se remontaba al siglo XVII, según el informe remitido a la Fiscalía por la Asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio en verano de 2013, tras ejecutarse su derribo. Este palacete castellano estaba rematado por el escudo de armas de la familia Villalobos, y figuraba ya en el plano de Pedro de Teixeira de 1656. Gozaba de protección parcial por su valor histórico-artístico, y según la citada asociación fue derribado sin que su estado fuera tan ruinoso como para hacerlo necesario.