Llegaron con la pandemia y con los esfuerzos para sobrevivir de parte del negocio de la restauración. La comida para llevar solucionó aquellos difíciles meses para muchos restaurantes y la ciudadanía se acostumbró.; son las cocinas fantasma o «dark kitchen». Pero estas cocinas han proliferado en exceso en algunas zonas y originan problemas a los vecinos.

La asociación de consumidores FACUA Madrid se ha dirigido al Ayuntamiento de la capital para solicitarle que acabe de forma inmediata con las instalaciones de estas «cocinas fantasma», que desde algún tiempo inundan la ciudad.

Estos negocios se dedican a la venta de comida a domicilio y disponen únicamente de un local con solo personal de cocina y de reparto, ocasionando que los vecinos colindantes a los locales sufran ruidos, olores, emisiones de humo y, en algunas ocasiones, situaciones de insalubridad en los alrededores.

En este sentido, la asociación se une a la petición que están realizando desde la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm) y la Plataforma Vecinal de Afectados por las Cocinas Fantasmas, para solicitar al consistorio de José Luis Martínez Almeida que regule de manera inmediata los requisitos y condiciones que deben aplicarse, para evitar con ello las molestias con las que conviven diariamente los usuarios y vecinos.

La denuncia se ha producido por los ruidos producidos por la carga y descarga de los vehículos de entrega, que incluso en muchos casos utilizan plazas destinadas a minusválidos y que se mueven en un constante ir y venir. A ello se suma la problemática del sistema de extracción de humos de dichos locales a través de las máquinas extractoras que están funcionando desde las 10 de la mañana hasta las 12 de la noche. Otro perjuicio son los olores constantes a comida o la acumulación de residuos, ya que en algunos de los casos usan los mismos contenedores que los vecinos tienen destinado para su uso.

Este tipo de negocios utilizan licencias calificadas de industriales a pesar de albergar usos claramente residenciales y están ocasionando también problemas de salud y seguridad vial a los alumnos de los colegios que tienen cerca.

Por ejemplo, son muchos los vecinos del distrito madrileño de Arganzuela que han recogido firmas para evitar que un nuevo restaurante se instale en la calle Imperial, puesto que en un radio de menos de 500 metros se encuentran los colegios Marqués de Marcenado y Joaquín Costa, además del Instituto San José y la Escuela Infantil El Jardinar.

La proliferación excesiva de estos negocios ha cogido al Ayuntamiento sin una normativa eficaz y con una cierta «manga ancha» para ayudar a la hostelería de Madrid.  Por ello debe hacer un esfuerzo por regular en beneficio de los vecinos y aumentar su labor de inspección para evitar la proliferación de este tipo de negocios. Solo así primarán los derechos de los usuarios y la calidad de vida de los habitantes de la capital.