De nuevo vuelve a surgir con toda su crudeza una realidad que los políticos de este país no quieren erradicar. La muerte de dos personas mayores, hermanas que vivían juntas de una manera muy precaria, pone de nuevo en las páginas de los periódicos la situación que viven muchas personas de este país, esperando un desahucio que las dejará en la calle. Una situación que puede ser más llevadera para personas jóvenes, pero que se convierte en un futuro imposible de asumir para las personas mayores, que no quieren vivir lo que saben les espera.
A la espera de una comunicación oficial sobre las causas de la muerte, sin signos de violencia y las dos a la vez, parece muy claro que estamos ante un caso de suicidio por desahucio. Un suicidio que no han sido capaces de evitar los servicios sociales del Ayuntamiento de Santander. A parecer un informe municipal de la situación de vulnerabilidad en la que vivían las dos hermanas había logrado aplazar la expulsión de la vivienda, pero nadie se lo había comunicado. Las ancianas, de 70 y 79 años, que residían en la calle Burgos, iban a ser desahuciadas el pasado jueves día 19 de mayo.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Santander convocó para este pasado este viernes a las 19.00 horas, una concentración en la calle Burgos. La asociación recuerda uno de los principales lemas de la PAH: “Digámoslo claro: los desahucios matan, pero los que matan son aquellos que desahucian y quienes lo permiten”.
La situación tras estos dos años de pandemia, con una sanidad pública atacada desde las CC.AA. y un mayor aislamiento social, ha empeorado la vida de muchas personas mayores con escasos recursos y para los que su vivienda, con todos sus recuerdos, es la única manera de seguir enganchados a la vida.