Sin que a nadie le pueda sorprender, porque las malas noticias económicas con subidas constantes -ahora es el euríbor– se suceden todos los días, los españoles están reaccionando con prudencia a la escalada de precios y están restringiendo su consumo. Y en un país con una parte importante del PIB ligada a esta característica, las consecuencias va a ser importantes y las vamos a empezar a constatar antes de que nos metamos en la campaña veraniega. Van a ser unas vacaciones, para los que las puedan tener, con el cinturón apretado y mirando la lista de precios.

Al grave deterioro de la solvencia de los hogares españoles observado por OCU durante el año pasado, vienen a sumarse ahora las consecuencias de una imparable inflación y de la guerra en Ucrania. Una nueva encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios en colaboración con otras cuatro organizaciones de Bélgica, Italia, Portugal y Brasil pertenecientes al grupo Euroconsumers, revela una notable contracción del consumo desde el pasado mes de enero.

En lo que se refiere al consumo de energía, el 45% de los españoles bajó la calefacción durante el invierno para ahorrar en la factura, mientras que un 42% admitió haber desconectado aparatos o haberlos dejado de usar por el mismo motivo. Unas restricciones que también se observan en el ámbito de la movilidad: un 36% de los españoles reconoció haber dejado de usar el coche por el aumento del precio de los carburantes.

También se observan cambios significativos en la cesta de la compra: un 42% de los encuestados españoles está priorizando el consumo de productos de marca blanca; mientras que el 21% ha reducido la adquisición de alimentos básicos como son las carnes y los pescados.

El ocio es otro de los grandes afectados: el 33% está recortando sus salidas a bares y restaurantes y el 29% de los consumidores ha renunciado o aplazado las compras de ropa, incluyendo, aunque en menor medida, la compra de ropa para los hijos, reconocido por el 13% de los encuestados.

Y las expectativas de los consumidores no son positivas. Cuatro de cada cinco encuestados consideran que los precios de la energía y los carburantes seguirán subiendo. De ahí que dos de cada tres, una significativa mayoría, tengan miedo a gastar y prefieran ahorrar para prevenir tiempos más difíciles. Tiempos que ya son de por sí muy duros para muchos: uno de cada tres consumidores advierte que no dispone de ahorro suficiente para hacer frente a nuevas subidas de precios en los próximos meses.

A pesar de todo, el 57% del total de los encuestados europeos son partidarios de mantener las sanciones a Rusia, incluso aunque afecten a las economías nacionales. De hecho, el 58% prefiere renunciar a cierto confort en su día a día, si con ello consigue ayudar a parar la invasión de Ucrania.