Parece que Madrid ha decidido jugar en otra liga. Ya no le basta con ser la capital política, económica y mediática del país: ahora también presume del dudoso honor de tener la vivienda más cara de España, superando incluso a la hasta ahora inalcanzable San Sebastián. Sí, esa ciudad donde comprar un piso es casi tan inverosímil como encontrar un unicornio en la Castellana. Con 4.664 €/m² frente a los 4.554 €/m² de la capital donostiarra, Madrid confirma que el acceso a la vivienda se ha convertido en un artículo de lujo, reservado a una minoría. Y mientras tanto, los políticos se siguen arrojando reproches de un lado a otro del Congreso, como si el problema fuera ajeno o se solucionara a base de titulares.

Capitales que muestran aumentos de doble dígito

El encarecimiento de la vivienda se ha intensificado en el tercer trimestre del año y ya no hay capital que se libre del golpe. Las variaciones interanuales oscilan entre el +0,3% y el +19,5%, frente al rango anterior de -0,5% a +16,1%. En otras palabras: los precios suben y cada trimestre lo hacen con más fuerza. De 9 capitales con incrementos superiores al 10% hemos pasado a 15, con Madrid, Valencia, Palma de Mallorca, Alicante, Pontevedra, Santander, Sevilla, Santa Cruz de Tenerife, Granada, Murcia, Málaga, Cádiz, Zaragoza, Toledo y A Coruña liderando la carrera del despropósito. Porque, ¿cómo calificar si no que el precio de algo tan básico como una vivienda crezca a doble dígito mientras los sueldos apenas se mueven?

Los precios del metro cuadrado reflejan cifras de escándalo

El IMIE Mercados Locales lo deja claro: Madrid, con 4.664 €/m², ya ha superado a San Sebastián y se consolida como la ciudad más cara del país. Le siguen Barcelona (4.156 €/m²), Palma de Mallorca (3.351 €/m²) y Bilbao (2.971 €/m²). Mientras tanto, en el otro extremo, ciudades como Zamora (1.153 €/m²), Ciudad Real (1.206 €/m²) y Lugo (1.226 €/m²) parecen formar parte de otro país, uno en el que todavía es posible adquirir una vivienda sin hipotecar tres generaciones. Pero claro, no todos quieren o pueden mudarse a Zamora. Las oportunidades laborales y los servicios siguen concentrándose en las grandes urbes, las mismas que ahora expulsan a sus ciudadanos de siempre.

Las comparaciones de precios con el 2007

Quien pensaba que el estallido de la burbuja inmobiliaria del 2008 había enseñado algo, puede ir olvidándose. Algunas capitales ya han superado sus referencias máximas de 2007, ese año que todavía hoy provoca escalofríos en los economistas. Valencia, Pontevedra y Melilla han rebasado los niveles de entonces, uniéndose a Palma de Mallorca (+26%), Madrid (+15%), Málaga (+13%) y Santa Cruz de Tenerife (+9%). Entre las que están rozando sus techos nominales se encuentran A Coruña, Alicante, San Sebastián y Barcelona. Es cierto que, si se descuenta la inflación, ninguna ha alcanzado aún los precios reales de hace casi veinte años, pero eso importa poco cuando el ciudadano medio ya no puede pagar un piso ni con dos sueldos. La vivienda ha dejado de ser un derecho y se ha convertido en un lujo financiero.

Otras ciudades además de las capitales

Y por si alguien pensaba que esta fiebre se limitaba a las capitales, que se olvide. Los precios también se disparan en más de 70 municipios que, sin ser capitales, se consideran mercados residenciales principales. En el tercer trimestre de 2025, 23 municipios registraron incrementos de precio interanuales superiores al 10%, frente a 19 en el trimestre anterior. Marbella (+18,3%), Benidorm (+17,4%), Vélez-Málaga (+16%), La Laguna, Jerez de la Frontera y Parla —todas rondando el 14%— encabezan un ranking que ya no sorprende a nadie. Parece que la fiebre del ladrillo ha vuelto con más fuerza que nunca, impulsada por la escasez de oferta y la especulación de quienes ven en la vivienda no un hogar, sino un activo financiero.

Los precios de la vivienda en los distritos

Dentro de las grandes ciudades, la brecha también se amplía. En Madrid, el Barrio de Salamanca supera los 7.000 €/m² (7.112 €/m²) y se alza como el distrito más caro de España. Le siguen Chamberí y Chamartín, ambos por encima de los 6.000 €/m², y Centro y Retiro, que superan los 5.500 €/m². Para encontrar el primer distrito de Barcelona hay que bajar al sexto puesto, con Sarrià-Sant Gervasi (5.484 €/m²). En Valencia y Málaga también se concentran los mayores incrementos, confirmando que las zonas premium siguen jugando su propia partida mientras las periferias se llenan de compradores expulsados por los precios. Lo preocupante es que cada vez hay menos periferia asequible.

La política de las palabras y la inacción

Mientras tanto, los responsables públicos se enredan en un debate eterno sobre si declarar zonas tensionadas, regular los alquileres o incentivar la oferta. Se tiran los trastos a la cabeza, se cruzan reproches y se lanzan promesas, pero las medidas reales no llegan. La Ley de Vivienda parece haber quedado en una nebulosa burocrática, incapaz de contener una escalada que ya roza lo grotesco. Las comunidades autónomas y los ayuntamientos se pasan la pelota, el Gobierno central promete estudios y diagnósticos, y los ciudadanos siguen buscando pisos imposibles.

Porque, al final, el mercado inmobiliario español se ha convertido en un espejo de nuestras carencias colectivas: poca planificación, menos vivienda pública y una dependencia absurda del ladrillo como motor económico. En un país donde el salario medio apenas supera los 1.700 euros y el precio del metro cuadrado en la capital roza los 5.000, hablar de “vivienda accesible” suena casi a sarcasmo.

Madrid lidera el ranking, sí. Pero lo que debería ser un motivo de orgullo —ser la primera— se ha transformado en una señal de alarma. Si la tendencia continúa, pronto no quedará quien pueda vivir en la ciudad que presume de ser el corazón de España.