La crisis económica producida por la pandemia que nos sacude, y bien fuerte, está apenas comenzando. Sus consecuencias para la economía y el tejido empresarial van a ser muy importantes y muchas empresas tendrán que cerrar para no abrir más. En pura lógica serán sustituidas por otras, más preparadas en sus estructuras para poder crecer y sobrevivir con la situación actual, pero el cambio no será inmediato y si doloroso. Los puestos de trabajo van a caer en picado y si la situación económica no se recupera con rapidez, también será lenta la recuperación del mercado laboral. Y ello traerá consecuencias económicas para muchos mercados y una de ellas será el aumento de la morosidad en los créditos, tanto en los ya concedidos, como en los que se concedan para paliar la crisis.

El Banco Central Europeo (BCE) augura que, hasta el 2022, unos 72.000 millones de euros en préstamos garantizados entren en mora. Y por ello los seis principales bancos españoles (Santander, Bankia, Sabadell, BBVA, Bankinter y Caixabank) han anunciado un aprovisionamiento de 11.000 millones de euros, para afrontar esta situación de potencial morosidad que podría producirse entre el último trimestre de 2020 y primer semestre de 2021 si la situación de la pandemia no se profundiza aún más.

Para paliar en lo posible los efectos del Covid-19 y que la recuperación sea lo más rápida posible,  las claves que está siguiendo la Unión Europea son las de liquidez suficiente y acceso al crédito para las empresas y las familias. Aunque estas dos condiciones para salir de la crisis de forma rápida tienen el grave riesgo de que se eleve la morosidad si la situación económica no evoluciona de forma rápida.

Y los bancos, que temen una crisis económica más larga de la inicialmente prevista, sobre todo si la pandemia se agudiza, están siguiendo las indicaciones del BCE y provisionando, ya que prevén un incremento del 40% en el mercado de deuda. Y también de la morosidad.  En la situación actual todo son especulaciones y los números pueden empeorar.